Cuando dejé mi vida cotidiana, la que te impone la sociedad
como “correcta”, también dejé atrás la ciudad, la casa, la familia y terminé una
relación de 12 años. Admito que con mi ex compartí los más bellos momentos en pareja,
lo agradezco y sobre todas las cosas, lo más importante, gracias a esa relación
nació Christina, mi hermosa hija. Cuando todo se derrumbó, sentí que la vida
daba una vuelta en 360° y que fallaba en todos mis planes de vida que tenía por
delante. Obviamente, primero pasé por un momento de introspección con alcohol,
drogas y sexo. Claramente estaba pasando por una fuerte depresión. Mis
proyectos, planes y sentimientos se fueron al carajo. Dejé Punta Arenas, mi
amada ciudad y comencé a trabajar en turismo en mi otra amada ciudad, Puerto
Natales y principalmente en el Parque Nacional Torres del Paine. Ahí conocí
gente de todas partes del mundo y descubrí lo grande que éste es.
Luego, trabajando en turismo viajé y conocí muchos lugares
de Chile y mientras más conocía, más me gustaba. Por eso decidí recorrer lo más
posible de Chile y así llevo casi 6 años, aproximadamente, los siento, soy malo
para las cuentas, números y fechas, pero más o menos eso.
He conocido la verdadera naturaleza en Patagonia rodeado por
hermosas montañas, el frio de sus aguas de color turquesa en las lagunas y
fiordos, la fauna exuberante y la hermosa vegetación, todo viviendo en total equilibrio
en éste basto paisaje. Lo que más se extraña acá en el desierto.
También conocí los mitos y leyendas de un pueblo apartado
del mundo real, la Isla Grande de Chiloé y sus islas pequeñas alrededor, con
sus iglesias patrimoniales por millares, los palafitos, barcos y lanchas que se
construyen artesanalmente, a la antigua. La abundancia que entrega el Océano Pacifico
en mariscos y pescados, la gente esforzada de campo acostumbrada a la lluvia, el
pastoreo y la pesca artesanal. Gente un poco esquiva al principio y extremo
cariñosa una vez que ganas su confianza.
Recorrí todo el norte de Chile durante meses y descubrí que
había cerros y montañas sin árboles, donde la roca de la montaña está al desnudo
y los colores de sus minerales es lo único que parece que tuviera vida, en un
paisaje tan seco que no existe casi la humedad en el aire. Pueblos fantasmas y
cementerios abandonado, trenes y vías oxidadas que nos recuerdan una época de
gloria en la minería. Cerca de la costa conocí playas y bahías hermosas donde
se vive de la pesca y todo el mundo sabe nadar, surfear o solo disfrutar del
mar, totalmente diferente a las frías aguas de la Patagonia donde no existe lago,
laguna o mar, donde uno pueda disfrutar de estar sin sufrir de hipotermia.
Llegué hasta Arica, la ciudad más al norte de Chile, algo
bastante simbólico para mí, un Patagón de la ciudad más al sur de Chile, Punta
Arenas. Pude ver las tortugas pasar bajo las tablas de surf, los arrecifes y las
rocas en la costa que parecen nevadas por los desechos de gaviotas, cormoranes
y pingüinos. El antiguamente cotizado guano de las aves marinas, utilizado para
fertilizar una Europa con suelos ya demasiado explotados. Así pudieron cultivar
las semillas del café, caucho, palmas, frutas y verduras robadas de América.
Igual que los minerales como el salitre, la plata, el oro, y otros tantos
recursos que arrasaron con culturas, masacradas o dominadas por el maldito catolicismo.
Así a punta de espada, escudos, armaduras, pólvora y esclavitud se enriqueció todo
un continente, que se encuentra separado por kilómetros y kilómetros de mar.
Gracias a mi vida nómada, descubrí que el mundo por completo
es nuestra casa en verdad, no sólo donde echamos raíces y construimos nuestra
zona de confort, nuestro hogar. Todo el Planeta Tierra nos pertenece a todos
nosotros, a toda la humanidad. También aprendí que somos todos iguales, no
importa de dónde vengas, ni que idioma hables, ni que sexo o inclinación sexual
tengas. Eres persona, eres único y a la vez parte de un todo.
Hay muchas historias de represión y dolor, de esfuerzo y
superación. No solo en Chile y Latinoamérica. La historia de los países, de
todas partes del mundo, están escritas con sangre, todos hemos sufrido guerras,
hambre, catástrofes y desgracias. Como así también hemos tenido logros y triunfos.
Es la condición humana la que nos lleva a superarnos y progresar, a veces
pasando por encima del otro. Porque ser mejores significa que alguien no lo es.
No se puede ser primero, sin un segundo y un tercero.
Sé que cada persona tiene su forma de vivir y hacer las
cosas. Lo que me gustaría que todos entendiéramos, es que todos siempre tenemos
opciones y puedes escapar de la realidad en la que te has metido. Salir de tu
lugar de confort te ayuda a crecer y ver que hay algo diferente, para variar. Te
ayuda a buscar el confort contigo mismo, no en las cosas materiales que te
rodean. Ser feliz por ti mismo, no por lo que tienes. Lo material es material y
sin importancia, busca aprender y crecer en lo espiritual, lo único que tendrás
y llevarás contigo siempre. Muchos viven pendientes de la televisión, las redes
sociales y atrapados por la tecnología. Les digo asómate por la ventana, que
afuera hay todo un planeta por conocer, tú planeta.
MACC.
1 comentario:
Deseo felicitarte : tu relato me ha conmovido de manera especial por la profundidad de tus pensamientos y por tu forma sujestiva de describir experiencias y emociones. A medida que me adentraba en la lectura de tu narración, me identificaba cada vez màs en tus palabras. Tienes una aptitud especial para la escritura, enhorabuena ��!
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